M. Welte & Söhne: innovadores - auténticos - enigmáticos

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En 1904, el almacenamiento y reproducción de música todavía daba sus primeros pasos. En aquel entonces, la empresa M. Welte & Söhne de Friburgo de Brisgovia desarrolló un invento sensacional: un procedimiento que permitía grabar en rollos de papel y reproducir "todas las sutilezas de la interpretaciones personales de los artistas".

Esta maquina reproductora se bautizó con el nombre "Welte-Mignon". El mecanismo se introdujo en pianos y pianos de cola de ilustres fabricantes como Steinway, Bechstein, Blüthner e Ibach. En la versión denominada Versetzer se convirtió en un instrumento con teclas recubiertas de fieltro y dos patas de metal capaz de tocar.

En 1905 la prensa celebró la primera actuación del Welte-Mignon calificándola de nueva maravilla del mundo:

El Mignon acreditaba "un triunfo del espíritu inventivo del ser humano", porque "cualquier cosa que pudiera recordar a mecánica o maquinaria" queda totalmente eliminado. El aparato parecía estar "dotado de alma", pues en la reproducción transmitía "el sentimiento desatado del artista original" en la "reflexión de su arte"

En poco tiempo el Mignon dominó los salones de música de la aristocracia, la nobleza, la burguesía y "la clase pudiente", y acompañó incluso a los barcos de vapor en su travesía Nueva York-Hamburgo.

Se grabaron aproximadamente 5.500 títulos musicales para el aparato Welte-Mignon. Las últimas grabaciones de música clásica se realizaron en 1928 con Rudolf Serkin.

A raíz de la aplastante difusión de la radio y el disco, la empresa Welte se vio obligada a cesar la fabricación de instrumentos de reproducción en el año 1932.

No se ha conservado ningún aparato de grabación Mignon. Su funcionamiento permaneció en el más estricto secreto y acabó enterrado junto con sus inventores Karl Bockisch (1874-1952) y Edwin Welte (1876-1958).

Lo que se ha conservado hasta hoy es el mito Welte-Mignon, como era voluntad de sus inventores.

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